La historia, el pasado y las tradiciones cusqueñas no solo están en las salas de sus museos, en los muros de piedra de sus parques arqueológicos o en las fiestas populares en las que se honra al sol, a la tierra, a los santos y a las vírgenes que hacen milagros desde los altares de las iglesias coloniales.
Esas historias de incas e invasores, ese pasado andino e hispano, esas tradiciones que hacen vibrar, rezar, bailar a los que nacieron aquí y a los que vienen de otras latitudes, se escapan de los edificios centenarios y las exposiciones museográficas, para echarse a andar por las calles.
Y ahí están, en el Centro Histórico, esperándote para “llevarte” al pasado incaico y colonial que perdura y se conserva en el Cusco de hoy, en el Cusco de siempre. Sí, en esas vías empedradas que serpentean entre muros prehispánicos y edificios coloniales, sentirás la mística de la ciudad que fue el ombligo del mundo.
Eso creían sus fundadores, los “hijos del Sol”, los hombres de altura que forjaron el mayor imperio de esta parte del planeta. Eso lo entendieron, también, los españoles que convirtieron a la llamada “Capital Arqueológica de América”, en el epicentro de la invasión o conquista del que sería el virreinato del Perú.
Y al andar por sus calles tradicionales descubrirás que el pasado vive en Choquechaka, Asnoqch’utun, Hatun Rumiyoq y en todas las vías que “transitan” hacia una plaza adoquinada, a un templo centenario, a una casona de arquitectura monumental.
Camina por el Cusco para que sus calles te cuenten y revelen los mitos, las leyendas y hasta los rumores que durante siglos “circulan” en el Centro Histórico de la capital incaica y de la ciudad colonial que, en 1983, fuera declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco.
Si quieres que tus pasos descifren las características distintivas y hasta los “mensajes” ocultos de las calles tradicionales del Cusco, tienes que leer con atención lo que te contaremos a continuación:
Contents
Cómo son las calles tradicionales
Empedradas y generalmente angostas. Algunas suben, otras bajan. Casi todas conducen a plazas, iglesias y casonas. Varias fueron trazadas por los arquitectos incas y muchas de ellas están flanqueadas por edificios coloniales, erigidos sobre los muros de piedra de los “hijos del Sol”.
Por sus matices andinos y occidentales, por sus callejones estrechos de origen prehispánico, por las piedras irregulares de su pavimento y por entrelazar espacios urbanos de gran valor arqueológico, histórico y artístico, las arterias del Centro Histórico del Cusco son incomparables, únicas… ¡un tesoro de la humanidad!
Y es que en sus calles —acorraladas por portadas de piedra labrada y balcones de madera—, no transita la nostalgia. Todo lo contario. El corazón cusqueño palpita y vibra. Es lugar de encuentro y reunión. Galerías artesanales, museos, restaurantes, pubs y cafés, le dan vida, color y movimiento. Le agregan un toque cosmopolita.
Ya lo sabes. No solo te acercarás al pasado de una urbe andina que fusiona elementos indígenas y europeos, sino que encontrarás una efervescente actualidad que te revelará que, de una y muchas maneras, el Cusco sigue siendo el ombligo del mundo.
Guía de calles tradicionales
No están todas las que son, pero en esta guía encontrarás información de siete calles tradicionales del destino turístico que te espera en tus próximas vacaciones.
Hatunrumiyoc
En un espléndido muro incaico en el que las piedras encajan a la perfección sin necesidad de mortero, un bloque de 6 toneladas de peso, un metro de altura y 1,20 m de largo, se ha convertido en un símbolo de la ciudad y de la destreza arquitectónica de los fundadores del Cusco.
El interés que despierta se explica por los 12 ángulos tallados o esculpidos por sus constructores, con la finalidad de que el bloque ingrese en una de las paredes exteriores del palacio de Inca Roca, como si fuera la enorme pieza de un rompecabezas.
Si quieres admirar la Piedra de los 12 Ángulos, enrumba hacia la calle Hatun Rumiyoq, una de las más tradicionales del Centro Histórico. Fácilmente accesible desde la plaza de Armas, su nombre en quechua se traduce como la “calle que tiene piedras grandes”.
Para conocer la emblemática piedra no gastarás ni un sol o dólar, solo invertirás un poquito de tu energía y de tu tiempo. Paciencia, por su importancia grupos de turistas se congregan frente al muro del que fuera la residencia de Inca Roca, pero que ahora es la sede del Palacio Arzobispal y del Museo de Arte Religioso.
Ccoricalle
Al caminar por el Centro Histórico la imaginación se desata. Cuando eso ocurre, se puede “jugar” con los nombres de las calles para crear “pequeñas” historias con sus respectivas moralejas. Aquí les va una: para acumular una gran cantidad de oro, primero hay que andar por la Cuesta de la Amargura hasta llegar a Ccoricalle.
Verdad o mentira. Lo cierto es que en el Cusco se cuenta que, en una de sus calles tradicionales, existía una casa cuyo sótano estaba lleno de oro en polvo. El rumor surgiría en 1866 (época republicana) y fue tan sonoro que la vía empezó a ser llamada Ccoricalle.
Más allá de las historias y moralejas, desde Ccoricalle —que se extiende en paralelo a las calles Suecia y Tecsecocha— tendrás una vista formidable del centro.
Asnoqch’utun
No tienes que ser un conocedor del quechua para darte cuenta de que la denominación de esta calle está relacionada con los burros, uno de los animales de tiro que llegaron a los Andes durante la conquista. El misterio es develar qué significa el resto de la palabra.
Aprender varios vocablos en quechua, una de las lenguas oficiales del Perú, es parte de la experiencia de explorar el Cusco. En este caso, el nombre de la calle se traduce como “hocico (ch’utun) de asno o burro”, lo cual podría explicarse por su ubicación.
Asnoqch’utun, localizada frente a la calle Pantaq, resalta por las escaleras que conducen al mercado de San Blas. Es probable que, en esos peldaños, más de un burro cargado con diversas mercancías, se “haya ido de hocico” después de una estrepitosa caída o resbalón.
¿Tú que piensas? Sea como fuere, aprovecha la visita para recorrer el mercado y, por qué no, comprar más de un producto. Los precios son accesibles y ayudarás a dinamizar la economía local.
Pantaq
Su nombre en quechua se traduce al español como “equivocado” o “persona que comete errores”. Esta curiosa denominación se explica porque Pantaq es un callejón sin salida; entonces, quienes ingresan con la intención de cortar camino “cometen un error”.
Pero no es una equivocación grave. Al contrario. El transeúnte extraviado la pasará muy bien en los restaurantes, tiendas y hostales de precios accesibles que le dan movimiento a este rinconcito de altura.
Atoqsayk’uchi
Es una de las callecitas estrechas, empedradas e inspiradoras de San Blas, el barrio de artesanos que cobijó a grandes maestros como el imaginero Hilario Mendívil, el escultor Edilberto Mérida y el creador de los niños Manuelito (Jesús) del Cusco, Antonio Olave.
En esta calle, cuyo nombre se traduce como el “lugar donde hasta el zorro se cansa”, encontrarás lo mejor de la artesanía local. Aprovecha tu travesía pedestre para explorar las tiendas y las galerías, donde podrás comprar desde joyas y cuadros, hasta chompas y chalinas de alpaca.
K’uichipunku
Más lecciones de quechua. Punku, es puerta y kuychi, es el dios arcoíris en la cosmovisión andina. La Puerta del Arcoíris, es el nombre de esta calle icónica y muy popular que conduce hacia la avenida El Sol y el fastuoso templo del Qoricancha.
Por su estratégica ubicación, en K’uichipunku existen hoteles y restaurantes, entre otros negocios relacionados a la actividad turística. Es un buen lugar para caminar y, también, para hospedarse, ya que facilitará tus idas y venidas por el Centro Histórico, la zona más atractiva de la ciudad.
Choquechaka
Los hermanos Choque eran propietarios de una quinta llamada Urupampachayuq. Ellos no eran hatunrunas (gente del pueblo), eran orejones (descendientes de los gobernantes incas) con poder y recursos, por lo que ordenaron construir tres puentes sobre el arroyo Tullumayu.
Esos puentes (chakas en quechua) hechos con tablones de madera no solo facilitaron el ingreso a la quinta de los Choque, sino que terminaron por identificar a un sector de la ciudad que respira cultura en las sedes del Museo de Arte Contemporáneo y el Centro de Textiles Tradicionales del Cusco.
Pero volvamos al pasado. Durante la colonia, Choquechaka fue una zona comercial y residencial en la que habitaban familias españolas adineradas. Eso no es todo, diversas instituciones religiosas hermoseaban el panorama urbano de la Almudena, como fue rebautizada en esos tiempos.
A tener en cuenta
- Caminar te permitirá apreciar mejor la arquitectura cusqueña y sentir el ambiente único de la ciudad.
- Explorar los mercados, como el mercado central de San Pedro o San Blas, te acercará a la cultura, la artesanía, la producción agrícola y la gastronomía local.
- La plaza de Armas no es la única que debes visitar. San Francisco y Regocijo, por ejemplo, son dos espacios que te encantarán.
- Si tienes dudas o necesitas ayuda para encontrar algún lugar, no dudes en preguntarle a los cusqueños. Son muy amables con los visitantes.