Un laguna en el desierto. Una laguna rodeada por dunas que resplandecen con los rayos del sol. Una laguna a la que se le canta con cariño. Una laguna que se formó con las lágrimas de una mujer enamorada. Eso es lo que cuentan, lo que dicen, lo que escucharás al visitar la Huacachina, el “Oasis de América”.
Un espejismo con palmeras y huarangos —el árbol que es el “Rey del Desierto”—. Un espejismo en el que se refugian las aves. Un espejismo para el descanso, los romances y las aventuras. Un espejismo que se hace realidad a 5 kilómetros al oeste del centro de Ica (la capital de la región del mismo nombre).
Y en esa laguna que parece un espejismo, pero que en realidad es un oasis milagroso y un capricho de la naturaleza, irás de la tranquilidad de un paseo en bote al descenso trepidante en una tabla de arena (sandboard) y de la placidez de un almuerzo o cena romántica al vértigo de un recorrido en tubular (buggy).
Y así, entre la calmada contemplación y las experiencias intensas, la Huacachina se revela ante tus ojos como un destino turístico variado, capaz de satisfacer a quienes buscan un lugar sosegado para escapar de las presiones urbanas, como a aquellos que desean liberar sus energías en las arenas del desierto iqueño.
Qué Huacachina deseas conocer. La que llama al amor, la que convoca a la acción, la que mezcla la paz con una dosis de descontrol. Tú eliges. El oasis te espera con sus aguas calmadas, sus dunas desafiantes, sus atractivas leyendas y hasta con su solitaria sirena…
¡Paciencia! Si quieres saber más de ella, tienes que seguir leyendo.
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Huacachina: de princesas y sirenas
Juventud, amor y tragedia son las claves de una de las leyendas que explican el origen fantástico de la laguna. El relato se centra en una muchacha de la nobleza inca que fue “flechada” por un atractivo guerrero. Ellos se conocieron, se hablaron, se gustaron, entrelazaron sus manos. ¡Se besaron!
El amor surgió entre la princesa y el guerrero, pero el deber no conoce de pasiones. Él tuvo que marcharse. Ella sintió que su corazón se desgarraba ante la inesperada partida; pero, días después, ese desgarro se convertiría en un quiebre definitivo. Su hombre no volvería jamás. Su vida se escapó en una batalla.
Desconsolada, la muchacha solo quería llorar su desgracia. Y salió de su casa y corrió desesperada y sus lágrimas fueron tantas que formaron una laguna en las dunas del desierto. A ella nadie la volvería a ver. A ella, desde entonces, se le conoce como Huacachina (“la mujer que llora” en español).
Hay otras leyendas. En una de ella, una princesa inca —sí, siempre una princesa— se bañaba en la laguna, cuando fue sorprendida por un cazador. Asustada, la muchacha se escabulló hacia las dunas. En su huida, dejó caer un valioso espejo que llevaba en sus manos. Apenada por la pérdida lloró desconsoladamente.
Sus lágrimas engrandecieron la Huacachina y sus huellas se convirtieron en dunas. Pero sucedería algo más, ella se transformó en sirena; una sirena que aparece en las noches de luna llena para seducir a los viajeros. Estás advertido. Si caes en su juego quedarás atrapado para siempre en el oasis.
Un balneario de aguas sanadoras
No todos los “milagros” tienen una explicación, pero en el caso de la Huacachina, el origen de la laguna y de su peculiar ecosistema, no está envuelto por un halo divino, aunque nunca está de más creer que sí. En realidad, el oasis se forma por el afloramiento de aguas subterráneas y no por las infinitas lágrimas de amor de alguna princesa descorazonada.
A principios del siglo XX, por la singularidad de su paisaje y los supuestos beneficios medicinales de sus aguas, el oasis se convertiría en uno de los balnearios favoritos de la iqueños adinerados. En 1906, surgiría el Gran Hotel (hoy hotel Mossone) “para las personas que desean veranear en la afamada laguna…”.
La frase era parte de una publicidad del hotel en el diario El Comercio. En el anuncio se resaltaba que esas “aguas privilegiadas son de todas conocidas y reconocidas, según análisis por el afamado sabio Raimondi y otros médicos», según lo citado en un artículo de la revista Turismo y Patrimonio.
En 1909 se construiría un alojamiento “de caña, totora y adobe” que sería la base de los hoteles El Huaranguito y Salvatierra. En el artículo mencionado se explica que el desarrollo no se detendría y que “en 1913 había (en Huacachina) una red de asentamientos consolidados, una capilla y un camino” proveniente de Ica.
El balneario se posicionó como destino por las “propiedades medicinales de las aguas”. Con el paso del tiempo la Huacachina dejaría de ser un lugar exclusivo. Hoy es accesible para todos y quienes lo visitan buscan “curarse” del estrés cotidiano, pero no nadando en la laguna, sino a través de diversas actividades.
Actividades en la arena
Juntito a la Huacachina, como dice la canción, pero también dentro de la laguna y en las dunas que la rodean, se realizan actividades diversas que te permitirán relajarte y divertirte. Desde paseos en bote hasta y caminatas por las orillas, hasta lecciones de sandboard o excursiones para observar aves.
Todo dependerá de tus gustos, aficiones y objetivos viajeros. Si eres un turista de pasos sosegados que goza con la contemplación de la naturaleza, caminar bajo la sombra de los huarangos, navegar en sus aguas tranquilas en un bote, hacer fotografías del atardecer y de las aves del oasis, son actividades que te encantarán.
Si quieres más acción, no te resistas a la tentación del sandboard en Huacachina, un paraíso para la práctica de este deporte. No importa si no sabes deslizarte sobre la arena de las empinadas dunas iqueñas. Los guías expertos te darán las indicaciones básicas para que desafíes al desierto.
Las dunas también son el escenario de un tour de velocidad que ya es un clásico en este destino: los paseos en buggy o tubular. Prepárate para vivir una experiencia vertiginosa entre subidas, bajadas y saltos en vehículos especialmente preparados para “volar” en las sinuosidades del desierto.
Después de tanta acción, nada mejor que un buen almuerzo o cena en los restaurantes del oasis. En sus cocinas y hornos se preparan platos de la gastronomía nacional e internacional. Acompáñalos con un buen vino o pisco iqueño, porque en esta tierra la vid se siembra y procesa desde tiempos coloniales.
¿Cómo llegar a la Huacachina?
Si quieres estar juntito a la Huacachina tendrás que recorrer los 305 km que separan Lima, la capital del país, con Ica. El viaje por vía terrestre a través de la Panamericana Sur, demora un tiempo aproximado de 4 h 30 min. Hay servicio de buses todo el día (costo: 40 a 60 soles).
Otra opción es alquilar un vehículo y manejar hasta el oasis. Hazlo con precaución porque los choferes peruanos suelen ser avezados e imprudentes. Si quieres evitar la tensión de conducir, contrata los servicios de un operador local. Encontrarás diversos itinerarios a Huacachina y otros atractivos cercanos.
Si te encuentras en Puno, Cusco o Arequipa, aborda los buses que se dirigen a Lima. La mayoría de las empresas de transporte interregional hacen paradas de itinerario en Ica. El costo de los boletos varía, dependiendo de las características de la unidad y el servicio ofrecido a los pasajeros.
Desde la “Ciudad del Eterno Sol”, como también se le conoce a Ica, el trayecto hacia el Área de Conservación Regional de la Zona Reservada Laguna de Huacachina (esa es su denominación oficial), demora unos 15 minutos en taxi o en colectivo. Estos son fáciles de encontrar.
El viaje puedes hacerlo en cualquier momento del día. Ten en cuenta que no hay horarios de visita por ser un espacio abierto. El ingreso es libre, pero si vas a realizar actividades en las dunas, como el paseo en tubular, pagarás una tasa turística (4 soles), además del costo del tour (40 a 60 soles).
Recomendaciones viajera
- En el oasis encontrarás diversos alojamientos, desde hoteles familiares hasta backpackers.
- Huacachina es un destino caluroso. Empaca ropa ligera y cómoda. También un cortaviento para protegerte de la brisa nocturna.
- El sol del desierto es de cuidado. Lleva protector solar, usa gafas de sol, sombrero de ala ancha o gorra. También son una buena alternativa las prendas con protección uv.
- Mantente hidratado. El agua no puede faltar en tus paseos o excursiones en el “Oasis de América”.
- Si vas a practicar sandboard y pasear en buggy que el costo del tour no sea tu único criterio de elección. Recuerda que lo barato, muchas veces, sale caro. Busca un operador que te genere confianza.
- Para evitar el calor extremo, realiza tus actividades en las primeras horas de la mañana o en el atardecer.
- El atardecer en Huacachina suele ser altamente recomendable para hacer fotografías y videos. Ten lista la cámara y el celular.
- Antes de salir a caminar, informa a alguien de confianza sobre tu ruta y tu horario previsto de regreso. Estos detalles serán vitales si ocurriera algún contratiempo.